La suspensión del tratamiento de la ley ómnibus en el Congreso y las fricciones del Gobierno con los gobernadores caracterizó la semana transcurrida y eclipsó los duros datos económicos que empiezan a mostrar lo que ya se preveía: una fuerte recesión debido a un nuevo desplome del poder adquisitivo, que se mantiene en caída libre desde 2018.
En diciembre, los salarios de los empleados registrados privados, que están en una situación mejor que los que trabajan en la informalidad, subieron en promedio 8,3% mensual, según datos oficiales (Ripte). La inflación en el mismo período fue 25,5%.
Esto significa una pérdida del poder adquisitivo en solo un mes de 14% y coronó otro año de caída brutal. En 2023, los salarios subieron 150% en promedio contra una inflación anual de 211%.
“El salario real de los trabajadores registrados del sector privado tuvo en diciembre la mayor caída mensual en al menos 30 años y es muy probable que en enero los sueldos (deflactados por el índice de precios) hayan alcanzado un nivel más bajo que el piso posterior a la crisis de 2001, a juzgar por la remuneración imponible promedio de los trabajadores estables (Ripte)”, describió la consultora 1816.
El economista Fernando Marull calculó que el salario promedio de diciembre, de $484.000, fue el nivel más bajo desde abril de 2005, ajustado por inflación.
En este contexto, el Ministerio de Economía anunciará los próximos aumentos de gas y electricidad, que afectarán tanto a los usuarios residenciales, como a los comercios e industrias. El Gobierno remarcó esta semana que en los últimos 20 años, el gasto en subsidios generalizados a la energía fue US$104.000 millones.
Para los sectores de ingresos medios y bajos, el desafío principal del equipo económico será el éxito de la implementación de la canasta básica energética, que será la nueva forma de focalizar los subsidios.
En transporte, el Gobierno también enfrenta el desafío de llegar a tiempo con la nominalización de las tarjetas SUBE, que se usan como medio de pago en colectivos y trenes, para segmentar los subsidios.
La eficiencia para implementar estos esquemas de segmentación está en el corazón del plan económico, ya que le permite al Ministerio de Economía aumentar las tarifas de los servicios sin el temor de que la Justicia suspenda el proceso. Eso le ocurrió al gobierno de Mauricio Macri en agosto de 2016, cuando la Corte Suprema retrotrajo las subas aplicadas y en materia fiscal se perdió casi un año de ahorro en subsidios a la energía.
Por lo pronto, el Gobierno ya llevó adelante cuatro audiencias públicas referidas al gas, la electricidad y el transporte público en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y está prevista una nueva audiencia el próximo 29 para tratar el diseño del nuevo esquema de segmentación.
Quienes no contarán con subsidios serán las industrias y los comercios, que pondrán a prueba la viabilidad de sus negocios con costos reales de la energía, en un contexto de caída del consumo.
En enero pasado, todos los sectores de la economía sufrieron desplomes en las ventas. El patentamiento de autos y motos cayó 32,7% y 18,7% interanual, respectivamente; el despacho de cemento bajó 20% y la venta minorista de pymes, 28,5%.
“Las ventas de alimentos en comercios minoristas bajaron 37,1% interanual en el mes, algo no visto ni siquiera durante la pandemia. Esto no significa que se consumieron 37,1% menos calorías, sino que hubo un poco menos de cantidades, un poco de sustitución por bienes inferiores y un poco de cambio por segundas y terceras marcas, dado que el índice no mide cantidades, sino facturación en pesos deflactada por el índice de precios”, dijo 1816.
“Luego de una economía que desde las PASO venía debilitada, y en noviembre cayendo cerca del 1% anual, en diciembre ya hay señales masivas de fuerte contracción en la actividad, con el Indec informando que la industria cayó 12,2% y la construcción, 12,8%, en diciembre. Otros datos de alta frecuencia también bajaron dos dígitos. Para enero, los primeros números tampoco son alentadores: la recaudación ligada a la actividad bajó 5% anual, la producción de autos y la venta de cemento cerca del 20% y las importaciones de Brasil cayeron 27%. Proyectamos una recesión más profunda en el primer trimestre, con recuperación posterior, y el PBI retrayéndose 2,8% en 2024″, dijo, por su parte, Marull.
El Ministerio de Economía, en tanto, mira el medio vaso lleno: se están acomodando los precios relativos y la recesión permitirá desacelerar la inflación y mejorará la balanza comercial, ya que habrá menos importaciones y más acumulación de reservas en el Banco Central. Esto permitirá, a su vez, quitar el cepo cambiario más rápido.
“La situación actual está siendo mejor de lo que esperábamos. Se están resolviendo problemas en 40 días que antes hubieran parecido imposibles. Estábamos en una híper ya encaminados. La alternativa era seguir con lo anterior y estrellarnos. Llegar a un nivel de pobreza del 80% y que toda la gente perdiera su trabajo. Hay que entender y confiar. Va a dar resultado porque finalmente estamos atacando el corazón del problema”, dijo el ministro de Economía, Luis Caputo, esta semana en LN+.
En el Palacio de Hacienda remarcan que la recesión ya comenzó hace ocho meses y que el parate fuerte de la economía sucedió en el segundo semestre del año pasado. “No se va a reactivar la economía hasta tanto no se estabilice la situación. Pero si se mira el nivel de importaciones de enero en comparación con las del año pasado, cayeron bastante menos de lo que se esperaba, lo que es una buena señal en términos de actividad (y precios) y de cómo se está solucionando el flujo comercial”, dijeron.
En la lista de otros acontecimientos positivos de los primeros dos meses, el Gobierno y el mercado destacan que el Banco Central pudo comprar más de US$6700 millones, que las cuentas nacionales van a dar positivo como hace años no se veía (superávit financiero) y que se continúa absorbiendo pesos, ya que los agregados monetarios en términos de producto están en mínimos en décadas. Las precipitaciones de los últimos días también podrían despejar dudas sobre las proyecciones de ingreso de divisas del sector agrícola.
“El desafío del Gobierno es mantener el ajuste fiscal y salir del cepo. Lo primero es la señal de credibilidad que permite lo segundo. Lo segundo es la condición necesaria para estabilizar y la medida más expansiva que pueden tomar para la economía real.
Si se complican en esos frentes, se complica todo. Por eso estuvo muy bien Caputo en salir a decir que la meta fiscal no se cambiaba y que el compromiso seguía firme. No tanto en decir que el trabajo ya está hecho, porque no es cierto y puede jugarle en contra”, dijo el economista Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma.
“También estuvo muy bien el presidente Javier Milei en reforzar la idea de que salen del cepo en junio y que la dolarización queda para más adelante, en una secuencia de implementación de políticas distinta”, concluyó.