El viernes, en su discurso de poco más de una hora, Javier Milei no hizo ni una sola mención a Axel Kicillof, tampoco a la gestión bonaerense.
El presidente sí decidió por primera vez en público, desde que desembarcó en Casa Rosada, confrontar de manera directa con el kirchnerismo. Incluso le puso nombre y apellido: se refirió a Sergio Massa, Máximo Kirchner, Juan Grabois y Pablo Moyano como “los jinetes del fracaso”.
También aludió a Cristina Kirchner, y al escándalo en torno al negocio con los brokers de seguros que Osvaldo Giordano destapó cuando el jefe de Estado decidió echarlo de la Anses.
Nunca antes, desde su llegada al poder, Milei había confrontado de manera tan directa y personal con el kirchnerismo. Hasta el viernes, sus reflexiones sobre la anterior gestión siempre habían sido genéricas: incluso le había dedicado tanto o más tiempo a algunos de los bloques aliados, como el radicalismo y parte del peronismo federal, al que también fustigó, de manera elíptica, en el monólogo de inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, y al que atendió desde las redes durante el último meses, durante el debate de la fallida ley de bases.
Hasta el viernes, el gobernador bonaerense también intentó mantener un delicado equilibrio: públicamente, Kicillof al menos había buscado no posicionarse como el opositor más férreo al gobierno de La Libertad Avanza, una estrategia que desplegó a partir del 10 de diciembre, cuando empezó su segundo mandato provincial, para no quedar escindido del resto de los jefes provinciales y abroquelarse junto al resto de sus colegas en un frente común que había empezado a amalgamarse a medida que Milei arremetía contra todos y cada uno de los gobernadores.
Un posicionamiento exitoso, según fuentes del gobierno provincial, que le sirvió al gobernador bonaerense para intercambiarse mensajes no solo con sus colegas del peronismo sino con algunos de los jefes provinciales más encumbrados del PRO. Desde La Plata le confiaron a este medio que Kicillof mantuvo en las últimas semanas un diálogo directo vía WhatsApp con varios de ellos, en especial durante la rebelión de los patagónicos, encabezada por Ignacio Torres, de Chubut, por el recorte de la coparticipación federal.
En la puerta de entrada a los meses más complejos en materia de crisis social y económica, Milei buscó sobre el final del monólogo del viernes, a través de la convocatoria cordobesa, influir en esa red de relaciones. No mencionó a Kicillof -un dato que sorprendió a su propio entorno-, pero la alusión directa a un sector del kirchnerismo y la convocatoria a un pacto global con todas las fuerzas políticas, y en particular con los gobernadores, a suscribirse el próximo 25 de mayo en Córdoba en base a 10 puntos fijados por la propia Casa Rosada obligaron al mandatario bonaerense a darle a su discurso de este lunes en la Legislatura provincial un tono exclusivamente nacional, de disputa frontal con la Casa Rosada. “Nos lanza una invitación que se parece más a una amenaza. Arranquen nomás si no llegamos”, respondió el ex ministro de Economía de Cristina Kirchner. Una nueva etapa.
“No esperamos que nos apoye el kirchnerismo”, se sinceró a última hora de este lunes un asesor presidencial, casi 72 horas después de la jugada del jefe de Estado del viernes por la noche, una invitación para dentro de dos meses y medio con la que, según el jefe de La Cámpora, el mandatario buscó “ganar tiempo” de cara a un período bisagra de su gobierno, y que, según el gobierno, le sirvió a Milei para interpelar a los gobernadores del PRO, la UCR y el PJ no K e intentar aislar al kirchnerismo.
Era, en definitiva, un pedido insistente por parte del PRO: en la cúpula del radicalismo están convencidos, por ejemplo, que Mauricio Macri estaba bien al tanto de la maniobra, y que incluso la motorizó, una especulación que, hasta anoche, no pudo ser corroborada por este medio.
A pesar de que el ex presidente no tardó más de veinte minutos en resaltar desde sus redes la convocatoria presidencial. Del PRO, fue el primero. A mediados de esta semana, el ex mandatario tendrá en Santa Fe una foto con los jefes partidarios distribuidos en todo el país antes de que sea elegido nuevamente como presidente del espacio que fundó hace dos décadas. En medio de la negociación por las listas.
Desde el macrismo aseguraron a este medio, horas después del discurso de Milei, que hacía rato que esperaban una confrontación más concreta con el kirchnerismo. “Nos venía poniendo a todos en la misma bolsa”, explicó un gobernador amarillo. Era, además, uno de los reclamos de la bancada Hacemos Coalición Federal, encabezada, en los papeles, por Miguel Ángel Pichetto.
Ayer, tras la reunión entre el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; el ministro del Interior, Guillermo Francos, y su par de Economía, Luis “Toto” Caputo, el gobierno decidió convocar para este viernes a todos los gobernadores y al jefe de Gobierno porteño a una reunión para empezar a negociar los términos de la fallida Ley Ómnibus que la Casa Rosada quiere volver a discutir en el Congreso con los capítulos del rubro fiscal que había tenido que retirar por falta de adhesiones.
Para eso, Milei definió introducir nuevamente la restitución del impuesto a las Ganancias que había sido reclamada por los gobernadores para robustecer las cuentas fiscales de las provincias, agobiadas por el brutal ajuste y el recorte de las transferencias a las provincias. A cambio, según planteó el presidente en el Congreso, del apoyo a la ley de bases, la antesala, según él, del Pacto del 25 de Mayo a la cordobesa.
El primer encuentro tendrá lugar este miércoles en el ministerio que lidera Caputo: el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, citó a los 24 ministros de Economía provinciales y de la Ciudad a un encuentro pasado el mediodía. Sin temario definido. La previa de la reunión del viernes con los gobernadores.
Milei recalculó. Los gobernadores llegaron a Buenos Aires con el “casco” puesto, como confesó uno de ellos. Pero el fracaso de la Ley Ómnibus y la revuelta de los jefes provinciales, que empezaron a contactarse de manera pública y privada a raíz de los desplantes del gobierno, de la ferocidad del ajuste fiscal y de los cortocircuitos en el vínculo con la Casa Rosada, impulsaron al jefe de Estado a cambiar de táctica, y sostener la misma estrategia: conseguir, con la excusa del diálogo y a cambio de alivio fiscal, la aprobación de la ley de bases enviada durante el verano al Parlamento. Y culpar, en caso de fracaso, al sistema político. Para volver a confrontar, su verdadero ADN.
Se plegaron enseguida todos los gobernadores del PRO, los del radicalismo y buena parte de los mandatarios del peronismo, incómodos por el liderazgo extravagante y novedoso del jefe de Estado, recepcionado aún con alta popularidad por un sector importantísimo de la sociedad. Y con la soga al cuello por los números: “La realidad es que no tenemos margen para boludear”, confesaron desde una provincia del centro.
El apoyo incluyó a Maximiliano Pullaro, de Santa Fe, y Martín Llaryora, de Córdoba, muy fastidiados con el gobierno. Llaryora, sin embargo, planteó algunas discrepancias en las últimas horas. Se opusieron Ricardo Quintela, de La Rioja, Sergio Ziliotto, de La Pampa, y Kicillof. Referenciados en el kirchnerismo.
El destino final es Córdoba, el 25 de mayo. Faltan todavía dos meses y medio.