Por Yanina Kosciak
Su trabajo inició hace 27 años, pero desde muy chica se propuso cambiar la realidad de mujeres victimas de violencia de género y así lo hizo en cada paso que dio. Se destacó en su desempeño en la Delegación de Atención a la Mujer de donde se llevó el mejor de todos los premios: “¡que estén vivas!” Una vida cargada de conquistas, pérdidas, momentos duros y otros tantos satisfactorios, pero sobre todo de reinventarse y salir siempre adelante.
El 12 de diciembre de 2023 la comisario mayor Adela Escalante asumió como Jefa de Zona Interior de la Policía del Chaco, siendo la primera mujer en el interior de la provincia en llegar a este cargo. Tras tener realizar una larga carrera profesional y sortear diversos obstáculos en el camino.
Creció en un ambiente familiar conformado por sus padres y sus hermanos, entre mujeres y varones. Su papá fue guitarrero y los fines de semana asistía a eventos para llevar su música, en muchas de estas ocasiones ella lo acompañaba.
Así nace su sueño de ser policía. “Fue a raíz de ver distintas situaciones de disturbios, destrato hacía las mujeres y otras cosas feas en esas reuniones que me llevaron de chica muy chica a proponerme trabajar para modificar esa realidad”, recuerda.
Fue así que ni bien terminó el colegio secundario ingresó a la Escuela de Policía de la provincia del Chaco y en el año 1997 egresó como Técnica en Seguridad Pública. A partir de ahí hasta la actualidad trabaja incansablemente haciendo honor a la promesa que se hizo de niña. El 5 de abril de este año cumpliría 27 años en la fuerza de seguridad provincial.
Primer contacto con la cruda realidad de las mujeres
Siendo aún muy joven y poco tiempo después de recibirse nace su primera hija, fruto de la relación con Juan Carlos, un penitenciario provincial, con quién decidió formar su familia.
Tras volver de la licencia por maternidad, comienza a realizar sus primeros trabajos a campo abierto en la profesión, que sin saberlo marcarían su vida para siempre.
En ese momento se crea la Policía Comunitaria y se delega a un grupo de mujeres que recorran la zona rural para asistir a familias vulnerables. Es así que ella y sus colegas recorrían en motocicleta las casas ubicadas en parajes del interior del Chaco, para enseñar a leer y a escribir a mujeres analfabetas, la excusa era la educación, pero el trasfondo era conocer sus necesidades y ayudarlas.
Se encontró con un panorama muy difícil, muchas mujeres sufrían violencia de género y estaban totalmente desamparadas inclusive con niños prácticamente desamparados. Las jóvenes recién egresadas de la policía debían contenerlas y trabajar en conjunto con el Hogar “El Refugio” para albergar a los niños que no tenían un lugar seguro donde vivir.
El trabajo fue duro y arduo, pero con muchas gratificaciones. Es así como nace su primer contacto personal con la cruda realidad de tantas mujeres, y comienza a acrecentarse en su interior el deseo de luchar desde su lugar para conquistar derechos olvidados del género femenino.
Golpe bajo
Tiempo después trabajó en la localidad de Castelli, en el interior del Chaco, durante cinco años. En ese momento ya tenía dos niñas y en el medio atravesó por un proceso muy doloroso cuando perdió a su segundo bebé a tan solo días de haber nacido.
Fue la situación personal más dura que le tocó atravesar, en un contexto hostil y cargado de emociones que marcarían su vida para siempre. Pero gracias al apoyo de su familia y de las personas más cercanas, pudo salir adelante y reinventarse para volver al ruedo. “Yo soy como el ave fénix, siempre me vuelvo a levantar y sigo adelante”, dice con firmeza, haciendo referencia al símbolo de resiliencia y la capacidad de renacer de situaciones adversas.
Allí también se comprometió a trabajar para contener y ayudar a las mujeres de la fuerza policial que atraviesen por problemas personales, cuestión que no había sucedido con ella y su familia.
Trabajo clave en la Delegación de la Mujer
En el 2011 es nombrada jefa de la División de Atención a la Mujer en la ciudad de Sáenz Peña, cargo que desempeñó por seis años. Esta delegación de la Policía del Chaco se abre en la ciudad ante la imperiosa necesidad de asistir a las mujeres victimas de violencia de género. Es que las denuncias se acrecentaban cada vez más y hasta ese momento no había en la ciudad un lugar que se ocupe específicamente de estos casos.
Se especializó en Género y Sexualidad mediante una Diplomatura de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y así obtuvo mayores herramientas para atender y contener a las víctimas. Su trabajo fue clave. Más tarde reconocido por el Gobierno Municipal, el Gobierno de la Provincia, el Club de Leones, la Cámara de Comercio y otras tantas instituciones que lo aplaudieron con honores.
Diariamente recibía denuncias de mujeres golpeadas o maltratadas psicológicamente, en la mayoría de los casos por sus parejas. Se ocupó de contenerlas y de guiarlas sobre los procedimientos a realizar para que su reclamo no quede nada más que en una denuncia policial. Y aunque tristemente muchas veces se encontró con impedimentos en ámbitos claves para el avance de una investigación, como por ejemplo en la justicia o en los centros públicos de atención a la salud, siempre hizo todo y más para que su esfuerzo no sea en vano.
Recuerda, que en innumerables ocasiones se encontró ‘atrincherada’ en los pasillos del juzgado acompañando a las víctimas hasta altas horas de la noche para que fueran atendidas por el fiscal en turno.
Ante la pregunta de cuál es la mayor satisfacción que le dejó pasar por esta oficina, responde casi sin pensarlo: “¡que estén VIVAS!”. Nada más y nada menos. Inclusive con muchas de ellas aún mantiene contacto y pudo ver a sus hijos crecer.
Un precedente histórico en el Chaco
La comisario Adela Escalante hace hincapié en que en el Chaco hay un antes y un después tras el caso LNP, ocurrido el 3 de octubre del 2003, cuando una joven de 15 años de la comunidad indígena, salió con su amiga a pasear por la plaza de El Espinillo y minutos después sufriría una violación, con la cual se iniciaba un camino de dolor, horror, maltrato y discriminación.
La familia, acompañada por la comunidad del pueblo y por la militante qom Elizabeth González, llevó el caso a organismos de derechos humanos.
En mayo de 2007, INSGENAR y el CLADEM reclamaron ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU por violaciones al Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, por la negación de un juicio justo y debido proceso, y la revictimización que sufrió LNP por parte de agentes del sistema de administración de justicia y sistema público de salud.
La denuncia significó un antes y un después en el acceso a la justicia para los pueblos indígenas del Chaco. El Comité de Derechos Humanos – ONU intimó en 2015 al Estado nacional y al provincial a crear un Registro de Intérpretes en el Poder Judicial, el primero -y único- del país.
A partir de este triste caso, las denuncias por violencia de género tienen mayor atención por parte de los poderes del estado. “Aunque, lamentablemente en la provincia contamos con una de las legislaciones más completas a nivel país para actuar en estos casos, pero a la hora de la verdad los dispositivos necesarios para contener a la víctima no funcionan como corresponde”, agrega Escalante con decepción.
Una vida completamente dedicada a los demás
Durante la entrevista su teléfono suena casi cada diez y su puerta es golpeada de seguido, la esperan para una reunión y debe organizar operativos de seguridad para localidades del interior del Chaco. Así es su vida constantemente.
La mayoría de las noches duerme con el teléfono en el pecho para poder escucharlo inmediatamente en caso de una llamada urgente. No se permite la posibilidad de ser negligente cuando se requiera su intervención.
El año pasado fue condecorada con la entrega del sable como reconocimiento por ser comisario mayor durante dos años. Premiación que la recibió con orgullo acompañada por su familia.
Esta pronta a jubilarse y lleva como corona haber hecho siempre todo lo que estuvo a su alcance para ayudar a otros durante su profesión. Aunque su objetivo es trabajar por más tiempo para responder a las autoridades que la honraron con el cargo que ejerce.
Después, sueña con ir a disfrutar de su jubilación a la orilla del río junto a su esposo, quien ya hace un par de años culminó su labor en el servicio penitenciario y la espera. “Él me prepara el almuerzo todos los días, es un gran compañero”, dice sonriente mientras agrega que no hubiera podido llevar adelante su carrera sin su apoyo y el de sus hijos, y hace pocos años el de su hermosa nieta, que se convirtió en su orgullo y su cable a tierra.
Por ahora el deber la llama y debe continuar, y ahí está su círculo más íntimo para acompañarla.
Un legado que perdura.
Su legado es inmenso. Hoy cientos de mujeres chaqueñas le agradecen haber estado en momentos cruciales de su vida y otras tantas la admiran en silencio. Muchas seguirán sus pasos en un camino allanado y listo para continuar.
“Esta es una carrera que demanda mucho esfuerzo y tiempo diario, pero que sin dudas te da muchas satisfacciones”, asegura y alienta a las jovencitas a animarse a incursionar en este camino “sobre todo a quienes desean hacer las cosas bien, aquí tienen la posibilidad de hacerlo, solo hay que animarse”, enfatiza.
Aún hay mucho por hacer, pero mucho ya se logró gracias a mujeres como ellas, que dieron su vida y su tiempo para alcanzar derechos que antes parecían inalcanzables.