Por Yanina Kosciak
Talia Wolcoff es la única mujer presidente de un club de fútbol en la Liga Saenzpeñense. Asumió el cargo hace cuatro años, tras cederle el puesto su mamá Stella Marys Rossi Wenk, la primera mujer en ocupar este espacio.
Hoy trabajan juntas para dirigir al club de sus amores Juventud Unida “El verde”, ubicado en el barrio 1ro de Mayo, al sur de Sáenz Peña, que actualmente cuenta con nueve 14 categorías de futbol infantil. Además de primera división y reserva.
Esta historia de amor comienza hace muchos años, con la pasión de su abuelo Alberto Rossi, quien fue jugador del club y posteriormente dirigente. “Mi abuelo vivía en el barrio y todos los fines de semana la llevaba a mi mamá a verlo jugar”, cuenta Talia. Fue así que le inculcó una de las cosas más lindas que pueden compartir un padre y su hijo: la misma pasión.
Pasados los años, Alberto Rossi falleció. Su hija Estella Marys formó su familia y se fue a vivir a otro sector de la ciudad. Pero un buen día, vecinos del barrio 1ro de Mayo golpearon su puerta, se trataba de un grupo de integrantes de la comisión del club que recordaron el amor de su papá por “La Juve” y vinieron a pedirle que por favor aceptara ser la presidenta de la institución, ya que aquel legendario club saenzpeñense se encontraba casi en total abandono.
Y así comienza a escribirse una nueva historia, la abogada Wenk queda a cargo de la presidencia del club, siendo la primera mujer en la historia de Sáenz Peña en ejercer este cargo. “Mi mamá tuvo que luchar mucho, era difícil para los hombres aceptar que una mujer este frente a una institución deportiva de fútbol”, recuerda su hija, la actual presidenta del Club.
Tras haber puesto a la institución de pie y un poco cansada de los avatares permanentes de este deporte, hace cuatro años le cedió el puesto a su hija Talia Wolcoff, quién trabaja incansablemente desde ese lugar. Aunque su mamá sigue firme al pie del cañón, acompañándola de diversas maneras.
El gran semillero futbolero
El 20 de marzo de 2023 decidieron reabrir la convocatoria al ‘semillero’ del club, que durante muchos años estuvo sin actividad. Con mucho entusiasmo y esfuerzo hacían la invitación a niños de diferentes edades a inscribirse para comenzar a entrenarse en el club. La sorpresa fue mayúscula y superó todas sus expectativas cuando vieron la gran cantidad de niños que se acercó.
A un año de esta convocatoria son más de 300 los niños que se entrenan a diario. Es así que hoy cuentan con cinco categorías infantiles y tres subseleccionados de 14, 15 y 17 años, con dos o tres categorías cada uno.
Todos los días hay entrenamiento y los miércoles en particular se les da un refrigerio para generar un espacio de contención y acompañamiento nutricional.
El sueño de una familia numerosa
Talia Wolcoff se dedicó al área comercial durante mucho tiempo. Actualmente es coach ontológico y gerente de una empresa. Es la mayor de tres hermanos y esta en pareja con Miguel hace casi 11 años.
Tiene un hijo de 22 años, que es el amor de su vida. “Soñaba con tener muchos más, pero la vida no me lo permitió”, expresa, pero al mismo tiempo agrega sonriente: “aunque hoy se me cumplió el sueño de tener una familia numerosa, con 300 niños corren a mi alrededor nada me hace más feliz”.
Su vida está completamente ligada al club, pero su trabajo va mucho más allá del fútbol y se centra en el acompañamiento integral a cientos de niños, adolescentes y jóvenes, ya que junto a su mamá se hacen espacios para escucharlos y contenerlos en innumerables oportunidades.
“Soy la presidenta del club, pero estoy involucrada como una más en todas las actividades. Todas las tardes voy a los entrenamientos, servimos la merienda junto a otras mamás, y hacemos todo lo que esta en nuestro alcance para ellos”, manifiesta con orgullo.
Sobre la relación con los demás presidentes de la Liga Saenzpeñense de Fútbol, comenta que “es buena y que se ayudan entre todos”, aunque lamenta que aún cuesta aceptar que haya mujeres tan involucradas en este ambiente que tiempo atrás solo parecía ser solo de hombres.
Un legado que perdura
Sin dudas este es el claro ejemplo de un legado que trasciende generaciones, el amor y la pasión de un joven por los colores de un club que se impregnó en su hija. Años más tarde esa mujer escribe su propia historia en el mismo club y la involucra a su hija.
Finalmente, dos mujeres rompen paradigmas y reflejan que están listas para asumir este tipo de desafíos en un ambiente totalmente masculinizado, dejando una gran impronta femenina, esa que sostiene y abraza cuando más se necesita.
Hoy entre hombres y mujeres en el Club Juventud Unida marchan hacía un solo objetivo: “que haya un niño menos en la calle”.