Durante el fin de semana extra largo por las Pascuas y Malvinas, las naftas aumentan al menos un 4,3% y el litro de super pasa a costar $ 834 a partir de este lunes en la Ciudad. La suba es la tercera de las cuatro actualizaciones previstas de los impuestos al combustible líquido (ICL) y al dióxido de carbono (IDC) dispuestas por el gobierno en febrero pasado.
En vista de la suba inminente, los últimos días se vieron filas en algunas estaciones de servicio, a donde los conductores de vehículos se dirigieron para comprar combustible. La escena viene repitiéndose en los últimos meses ante el fuerte encarecimiento del costo para llenar el tanque de nafta tras la devaluación del 55% en diciembre y la “liberación de precios”.
Hasta este domingo, la nafta super costaba $ 800 y con el nuevo ajuste desde este lunes acumulará un aumento del 106% en menos de cuatro meses desde la asunción de la nueva gestión el 13 de diciembre pasado, cuando su costo era de $ 404. El incremento confirmado por fuentes oficiales llevaría el precio de la nafta premium a $ 1.029 y el del gasoil, a $ 865.
“Si el aumento se refiere solo a recomposición del impuesto al combustible líquido y al dióxido de carbono entonces las dos naftas tendrían un aumento del 4,2 % y el Gasoil 2,62 %. Pero el Diésel GG3 no tiene aumento de impuesto, por lo cual si aumenta es solo por recomposición comercial”, estimaron desde el sector expendedor.
En la industria tampoco descartan que las petroleras sumen un incremento del 2% por el deslizamiento del dólar oficial en abril y alguna actualización comercial o previsión de que aumentarán los biocombustibles, por lo cual el aumento total desde este lunes podría orillar entre el 5 y 7 % en cada producto, pero desde el gobierno no confirmaron esos retoques adicionales.
El impuesto a los combustibles fue creado por ley en 1998 y durante la gestión de Mauricio Macri se dispuso su actualización en forma trimestral, ajustado por la inflación oficial, aunque en 2019 se postergó. Luego, desde julio de 2021 quedó congelado bajo la gestión de Alberto Fernández hasta que la gestión de Javier Milei lo volvió a actualizar en marzo pasado.
Pese a que Milei se había propuesto llevar adelante un plan de shock sin subas en los impuestos, el Gobierno decidió “regularizar” la situación en las naftas para sumar recaudación y compensar así la fallida reforma impositiva prevista en la Ley ómnibus. Con esos cambios, el Ejecutivo podría recaudar 0,4% del PBI para la Nación, unos $ 760.000 millones.
Mediante el decreto 107/2024, el Gobierno dispuso un cronograma para revertir el congelamiento en dichos impuestos con ajustes en febrero, marzo, abril y mayo de 2024. El ministro de Economía, Luis Caputo, aseguró este domingo que bajará impuestos “cuando tengamos superávit fiscal. Falta, pero podemos llegar a ese punto antes de lo esperado”, señaló en la red X.
La suba en las naftas llega en medio de una batería de aumentos. A partir de este lunes, los usuarios que no tengan registrada la tarjeta SUBE pagarán más caro los boletos en AMBA y el mínimo del colectivo se iría de $ 270 a $ 460 (un ajuste del 70%). También habrá incrementos en prepagas (entre 16 y 19%), telecomunicaciones (20%), gas (entre 150 y 300%), agua, peajes y alquileres.
Si bien el Gobierno espera que la inflación de marzo sea inferior al 13,2% registrado en febrero, hay preocupación por la evolución de los precios. Algunas consultoras, como Equilibra, prevén una suba del 13%, lo que podría indicar un estancamiento del ritmo de desaceleración desde el récord del 25,5% registrado en diciembre pasado.
Después de fuertes cruces con empresas de consumo masivo por su resistencia a bajar los precios en las góndolas, Caputo celebró este domingo la decisión de una fabricante de cremalleras de origen japonés de aplicar una rebaja del 10% en su lista de productos. Para los economistas, la baja de la inflación obedece en gran medida a la caída del consumo por la fuerte recesión.
En efecto, por la crisis y la disparada de los precios, la venta de nafta super cayó un 10% en febrero respecto de diciembre pasado y la comercialización del combustible premium, casi un 20%. El dato coincide con la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores y el traspaso desde un producto de mayor calidad a otro más accesible, como es el caso de la nafta super.