Las empresas petroleras preparan un nuevo aumento de precios en los combustibles a partir del 1 de septiembre, que rondaría el 2,5% en promedio.
La suba se aplicaría a todas las variedades de nafta y gasoil, que entonces superarán los $ 1.000 por litro en la Ciudad de Buenos Aires, único distrito en el que el precio de los combustibles no supera, hasta el momento, las cuatro cifras.
En lo que va del 2024, de esta manera, los combustibles habrán trepado más de un 85%, enmarcado en la liberación de los precios por parte del Gobierno de Javier Milei.
El incremento compensará la devaluación del 2% mensual del peso contra el dólar e incorporará la suba de los impuestos a los combustibles, que treparían el equivalente a un punto porcentual, según argumentaron desde el sector. Sin embargo, el Gobierno deberá emitir un decreto que postergue el resto de las actualizaciones pendientes prevista para el mes que viene.
Según cuentan fuentes de la industria consultadas por Clarín, todavía hay un atraso de precios de la nafta cercano al 12% respecto a la paridad de exportación (export parity); es decir, los valores del mercado interno están por detrás de los internacionales, lo que funciona como un desincentivo a vender el combustible al exterior.
Por otro lado, resta la actualización de impuestos pendientes por hasta $135 en la nafta y $87 en el gasoil, en base a la evolución pasada de la inflación, que no se trasladó a los precios de los combustibles.
Con esos tributos, el Gobierno tiene el plan de recuperar 0,5 puntos porcentuales de recaudación, el equivalente a unos US$ 3.000 millones o el 10% del ajuste fiscal previsto para 2024.
Minuto Uno