En el marco del Día Nacional del Guardaparques, que se celebra este jueves 9 de octubre, el jefe de guardaparques del Parque Nacional El Impenetrable, Matías Almeida, explicó en diálogo con radio La Red cómo es el trabajo diario dentro del área protegida, los desafíos de conservación y las oportunidades que ofrece el turismo sustentable en el norte chaqueño.
“Estoy hace aproximadamente dos años en el cargo de jefe de guardaparques y tres años trabajando en la zona”, contó. Detalló que la labor tiene “un abanico muy grande de tareas y realidades, ya que hay muchos parques en distintas zonas y con distintos ambientes”. Sin embargo, precisó que “la tarea fundamental del guardaparques es el control y la vigilancia, todo lo que refiere a la fiscalización de caza, pesca o extracción forestal, y cualquier acción que genere daño o perjuicio sobre los ambientes naturales y las especies que allí habitan”.
Además del control ambiental, los guardaparques también realizan actividades vinculadas al uso público y la educación ambiental. “Nos ocupamos de la atención a los visitantes, la prestación y fiscalización de servicios como guías, transportistas o excursiones. En los parques nacionales se desarrollan actividades como ciclismo, catamarán, trekking o ascensos a montañas, dependiendo del tipo de ambiente”, explicó.
Almeida señaló que los guardaparques nacionales tienen “un régimen de traslado con un mínimo de permanencia de dos años en un área protegida”, y que los cambios de destino “permiten experimentar distintas vivencias y crecer profesionalmente conociendo los rincones del país”.
Respecto del área chaqueña, destacó el valor ambiental del Parque Nacional El Impenetrable. “Es una de las máximas que tiene la provincia del Chaco ambientalmente. El bosque chaqueño es el bosque semiárido más grande del mundo y uno de los que se degrada a mayor tasa, por eso su cuidado es muy importante”, advirtió.
Sobre la fauna característica del lugar, mencionó que “en la zona de El Impenetrable viven los grandes mamíferos de Argentina y América: el yaguareté, el tatú carreta, tres especies de pecaríes, las corzuelas, el oso hormiguero —que es el emblema del parque— y los tapires”. Muchas de estas especies, agregó, “se encuentran en estado de conservación vulnerable, por lo cual es fundamental impedir su cacería y cambiar prácticas antiguas hacia nuevas formas de entender la naturaleza”.
En ese sentido, Almeida subrayó la importancia del turismo de naturaleza y el ecoturismo como alternativa económica para las comunidades locales. “La idea es cambiar esas prácticas de caza por la apreciación y la contemplación. Ojalá podamos cambiar un rifle por una cámara fotográfica”, expresó. Agregó que “muchos vecinos de la zona hoy son guías o fotógrafos, y entienden que una especie viva genera mucho más ingreso y trabajo que una especie muerta”.
El jefe de guardaparques explicó que el acceso al Parque Nacional es más sencillo de lo que se cree: “Se llega por ruta asfaltada hasta la localidad de Miraflores, donde está la Intendencia del parque. Desde allí hay 60 kilómetros de camino de tierra hasta el paraje La Armonía, que es la entrada al parque, y otros 38 kilómetros dentro del área protegida, desde el río Bermejito hasta el río Bermejo”.
El recorrido cuenta con senderos señalizados, zonas de acampe y servicios básicos. “El parque es totalmente gratuito y autoguiado. En la costa del río Bermejo está el camping La Fidelidad, administrado por la Asociación Civil Vecinos de La Armonía, que ofrecen comidas regionales. Además, hay dos campings libres y gratuitos: uno sobre el río Bermejito, con parrilleros y baños, y otro más pequeño en la entrada del parque”, detalló Almeida.
El Parque Nacional abre todos los días de 7 a 19, salvo cuando las lluvias obligan a cerrar los caminos. En la entrada del área protegida “hay glampings y dormis nuevos, inaugurados este año en un trabajo conjunto entre Turismo del Chaco y Fundación Rewilding”, comentó.
En cuanto a su vocación, Almeida contó que “desde chico viví cerca de áreas rurales y siempre me gustó la naturaleza. Quería ser veterinario, pero cuando conocí el trabajo de los guardaparques me enamoré de esa tarea”. Lleva doce años en la profesión y destacó que hoy existen institutos provinciales y la Escuela Nacional de Guardaparques, en la localidad de Embalse, Córdoba. “Se hace un proceso de selección con pruebas físicas y técnicas, y quienes ingresan cursan un año con prácticas en terreno”, explicó.
Finalmente, invitó a quienes deseen conocer más sobre la carrera a ingresar al sitio web del Centro de Formación y Capacitación en Áreas Protegidas (CFICAP). “Es un trabajo muy vocacional, donde uno aprende a cuidar, enseñar y convivir con la naturaleza y con las comunidades que viven cerca de ella”, concluyó.
